sábado, 27 de enero de 2018

Nuevos programas de Historia en México.

Gerardo Mora (Ciudad de México) IBERCIENCIA Comunidad de educadores para la cultura científica. Resumen: En los nuevos programas de Historia de educación básica en México los “aprendizajes esperados” se deben de lograr a lo largo del curso y el alumno tiene oportunidad de construir su aprendizaje. ¿Deben considerarse los errores en la calificación del aprendizaje? Los recientes resultados de la Prueba PLANEA muestran que 64.5% de alumnos de tercero de secundaria tienen conocimientos insuficientes en Matemáticas y Español, “carencias que afectarán el aprendizaje futuro” (El país y El universal, 26/1/2018). En efecto, la Secretaría de Educación Pública urge la aplicación del nuevo modelo educativo y sus programas de estudio. Los programas de Historia renuevan su enfoque didáctico, especialmente hacia los “aprendizajes esperados”. Estos deben lograrse durante todo el curso, no sólo al concluir de estudiarse un tema, y durante la realización de “unidades de construcción de aprendizaje” (UCA), que son proyectos de indagación con fuentes históricas. Respecto a la evaluación, se le considera un proceso formativo y se fomenta la autoevaluación y la coevaluación del alumnado. Este cambio permite una alternativa al problema de los “errores” y la calificación. En el aprendizaje memorístico los errores en las pruebas de “opción múltiple” son determinantes, pudiendo “reprobar” el estudiante o tener una calificación numérica de sus “aciertos”. En realidad, la calificación incluye tareas, participaciones en clase y hasta aspectos conductuales. En caso de posible reprobación se ofrecen apoyos para acreditar. En estas condiciones resulta imposible evaluar los “errores” y su importancia en el proceso de aprendizaje. La pedagogía contemporánea considera los “errores” como un medio para lograr el aprendizaje, el “cambio conceptual”. Estos serían manifestación de “representaciones sociales” e ideas de “sentido común”, y ahora de las noticias falsas (fake news) y la “posverdad”. En realidad, estos “errores” pueden coexistir con los conocimientos escolares del alumno. Su superación es un proceso no sólo teórico sino práctico y metacognitivo, donde el estudiante comprueba sus ideas, sentimientos y valores. Es un cambio de paradigma, en términos de Thomas Kuhn, que implica una situación/problema (Alain Dalongeville) que direccione al aprendizaje. La complejidad de los grupos escolares requiere un diagnóstico que oriente la planificación de la enseñanza y la evaluación de aprendizajes. Y debiera haber consistencia entre el diagnóstico y el logro de los aprendizajes esperados, en el supuesto de que la secuencia didáctica es adecuada al contexto. Hemos diseñado dos instrumentos de diagnóstico: individual (“matriz de aprendizaje”) y grupal (mapa de aula). Con sus resultados establecemos la meta (alumnos que logran el aprendizaje esperado), su grado de dificultad (identificación, comprensión, resolución de problemas), las estrategias de motivación (reto, contrato, estímulo y hábito), la organización del grupo y el tipo de actividades (en aula, lúdicas o prácticas). Para la evaluación elaboramos rúbricas del “aprendizaje esperado” (deficiente, insuficiente y suficiente), que se comentan con cada alumno. Cabe mencionar que en el cierre de secuencia se aplica la autoevaluación o heteroevaluación del aprendizaje esperado. Con la evaluación por rúbricas se tiene la evolución de cada alumno durante el curso y del grupo por cada secuencia didáctica, con lo que se visualiza el proceso de aprendizaje, así como el logro de la meta. En caso de anomalía se indagan las causas y se diseñan las mejoras. En efecto, el logro de los aprendizajes se establece al final del curso, como resultado de la evaluación continua y metacognitiva. Aclaro que en la Escuela Normal Superior de México aplicamos este “modelo de educación histórica” en escuelas secundarias públicas en las prácticas docentes. ¿Qué educación requiere la cuarta revolución productiva? En México conviven una industria vinculada al mercado exterior y una economía que requiere una escasa calificación con condiciones laborales limitantes, lo que se refleja en la baja productividad a pesar de las horas trabajadas. Esto causa tensiones sociales y la necesidad de cambio en los propósitos educativos, antes centrados en las competencias y ahora más en la convivencia. Pero mientras perviva el aprendizaje pasivo no se logra ninguno y se agravan los problemas escolares. La clase expositiva es insuficiente para el logro de los aprendizajes esperados. Se requiere el aprendizaje por proyectos, “situado”, colaborativo, que sea el eje del curso y no un complemento. Se trata de “invertir” todo el curso, a partir de problemas, indagación y producciones (museológicas, periodísticas, teatrales, etc.) preparados en las clases. Las UCA de los nuevos programas de Historia son incluidas desde el cuarto grado de primaria al tercero de secundaria. Estos proyectos de aprendizaje activo podrán hacerse con las tecnologías disponibles, siendo lo más importante la vinculación alumnos-grupo-profesor y escuela-comunidad. Hablamos de seis millones de alumnos de secundaria en México, con diferentes necesidades y problemas de aprendizaje. Por último, veamos la importancia de la conciencia histórica en la formación profesional, entendiéndola no sólo como integración al empleo sino a la vida económica (trabajo, consumo, ahorro). El nuevo modelo educativo critica el reduccionismo economicista del currículo precedente, enfatizando el humanismo y las habilidades socioemocionales. Este cambio es más urgente que nunca y es probable que no se haga con la profundidad posible. Lo decimos por la observación de los alumnos de las secundarias técnicas de la Ciudad de México, que cuentan con producción televisiva y radiofónica en la que participan estudiantes y profesores. Aclaramos que su infraestructura es modesta y utiliza medios de difusión gratuitos (DGEST YouTube y Facebook) para realizar y presentar su programación. Pero, a pesar de la similitud de resultados de PLANEA con las secundarias generales, es notable el aprendizaje de los alumnos al presentarse en programas de inglés, tecnología, español, historia, artes, etc. No sólo demuestran conocimiento, sino que lo profundizan. En nuestra supervisión a las prácticas docentes hemos visto el potencial del alumnado y profesores que pudiera difundirse y enriquecer los aprendizajes de otras escuelas. Se desarrollan así las habilidades sociales, “soft skills”, que la “inteligencia artificial” no podrá sustituir. La Historia tiene ahora una función orientativa insustituible, la toma de decisiones, en una sociedad “líquida”, compleja e inestable. Hemos realizado un programa televisivo (https://www.youtube.com/watch?v=y9-XIq0Cx4s) presentando el nuevo currículo de Historia con la finalidad que lo conozcan los profesores que lo impartirán en primer grado de secundaria.

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